Today we begin the Easter Season, our 50-day meditation on the mystery of Christ's Resurrection. Our Gospel today tells us about the disciples' discovery of the empty tomb. It concludes by telling us that they did not yet understand that Jesus had risen from the dead. Thus, the details provided are not necessarily meant to offer proof of the Resurrection. The details invite us to reflect upon a most amazing gift, that is faith in Jesus and his Resurrection. In the case of John's Gospel, always proclaimed for the Easter Day Mass, the only woman attending the tomb is Mary of Magdala. Unlike the Synoptic accounts, John's Gospel does not describe an appearance of angels at the tomb. Instead, Mary is simply said to have observed that the stone that had sealed the tomb had been moved, and she runs to alert Simon Peter and the beloved disciple. Her statement to them is revealing. She assumes that Jesus' body has been removed, perhaps stolen. She does not consider that Jesus has been raised from the dead. Simon Peter and the beloved disciple race to the tomb, presumably to verify Mary's report. The beloved disciple arrives first but does not enter the tomb until after Simon Peter. This detail paints a vivid picture, as does the detail provided about the burial cloths: Some scholars believe that the presence of the burial cloths in the tomb offers evidence to the listener that Jesus' body had not been stolen (it is understood that grave robbers would have taken the burial cloths together with the body). Although the Gospel says that the disciples (who got to the tomb first) “saw and believed,” passage concludes, that even having seen the empty tomb and the burial cloths, the disciples do not yet understand about the Resurrection. In the passage that follows, Mary of Magdala meets Jesus but mistakes him for the gardener. In the weeks ahead, the Gospel readings from our liturgy will show us how the disciples came to believe in Jesus' Resurrection through his appearances to them. Our Easter faith is based on their witness to both the empty tomb and their continuing relationship with Jesus in his appearances and in his gift of the Holy Spirit. This Easter may we be Good News carriers of the reality of the Resurrection, joyful and convincing by the witness of our lives. Let us pray that the Holy Spirit will inspire and guide us to discern this to be our call. As Saint Augustine announced, “We are Easter people and Alleluia is our Song.” O God, who willed your Son to submit for our sake to the yoke of the Cross, so that you might drive from us the power of the enemy, grant us, your servants, to attain the grace of the resurrection. Through our Christ, our Lord.
Reflexión domingo de Pascua Hoy comenzamos el Tiempo Pascual, nuestra meditación de 50 días sobre el misterio de la Resurrección de Cristo. Nuestro Evangelio de hoy nos habla del descubrimiento del sepulcro vacío por parte de los discípulos. Concluye diciéndonos que todavía no entendían que Jesús había resucitado de entre los muertos. Por lo tanto, los detalles proporcionados no necesariamente pretenden ofrecer una prueba de la Resurrección. Los detalles nos invitan a reflexionar sobre un don asombroso, que es la fe en Jesús y su Resurrección. En el caso del Evangelio de Juan, proclamado siempre para la Misa del día de Pascua, la única mujer que asiste al sepulcro es María Magdalena. A diferencia de los relatos sinópticos, el Evangelio de Juan no describe la aparición de ángeles en la tumba. En cambio, se dice simplemente que María observó que la piedra que había sellado la tumba había sido movida, y corrió a alertar a Simón Pedro y al discípulo amado. Su declaración a ellos es reveladora. Ella asume que el cuerpo de Jesús ha sido removido, quizás robado. Ella no considera que Jesús haya resucitado de entre los muertos. Simón Pedro y el discípulo amado corren hacia la tumba, presumiblemente para verificar el informe de María. El discípulo amado llega primero pero no entra en el sepulcro hasta después de Simón Pedro. Este detalle pinta un cuadro vívido, al igual que el detalle provisto sobre las telas del entierro: Algunos eruditos creen que la presencia de las telas del entierro en la tumba ofrece evidencia al oyente de que el cuerpo de Jesús no había sido robado (se entiende que los ladrones de tumbas habría tomado los paños funerarios junto con el cuerpo). Aunque el Evangelio dice que los discípulos (que fueron los primeros en llegar al sepulcro) “vieron y creyeron”, el pasaje concluye que aun habiendo visto el sepulcro vacío y las vendas, los discípulos aún no entienden acerca de la Resurrección. En el pasaje que sigue, María de Magdala se encuentra con Jesús, pero lo confunde con el jardinero. En las próximas semanas, las lecturas del Evangelio de nuestra liturgia nos mostrarán cómo los discípulos llegaron a creer en la resurrección de Jesús a través de sus apariciones. Nuestra fe pascual se basa en su testimonio tanto de la tumba vacía como de su relación continua con Jesús en sus apariciones y en su don del Espíritu Santo. Que esta Pascua seamos portadores de la Buena Noticia de la realidad de la Resurrección, gozosa y convincente por el testimonio de nuestra vida. Oremos para que el Espíritu Santo nos inspire y nos guíe para discernir que este es nuestro llamado. Como anunció San Agustín, “Somos gente de Pascua y Aleluya es nuestra Canción”. Oh Dios, que quisiste que tu Hijo se sometiera por nosotros al yugo de la Cruz, para alejar de nosotros el poder del enemigo, concédenos a tus siervos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Cristo, nuestro Señor.