In each of the three Synoptic Gospels (Mark, Matthew, and Luke), after Jesus’ baptism by John, Jesus is reported to have gone to the desert to fast and pray for 40 days. In each case, while in the desert, Jesus is tempted by the devil.
Each year, the Gospel of the First Sunday of Lent, one of these accounts is provided. This year, Matthew and Luke give more detail than Mark does, but each one tells how the devil tempts Jesus in the desert. In Matthew, the devil presents three temptations to Jesus. The devil tempts Jesus to use his power to appease his hunger; he tempts Jesus to put God’s promise of protection to the test; and he offers Jesus all of the kingdoms of the world if Jesus will worship the devil. In each case, Jesus resists the temptation, rebuking the devil with words from Scripture.
The account of Jesus’ temptation in the desert is filled with allusions and parallels to the Old Testament. For example, today’s First Reading from the Book of Genesis recounts the story of Eve’s and Adam’s temptation in the Garden of Eden. Then the saga of the people of Israel. The Israelites spent 40 years wandering in the desert in Exodus, for example, and Jesus spends 40 days in the desert. As the Israelites were tempted during the Exodus, so too is Jesus tempted.
Each temptation offers insight into both God and the human condition. Jesus’ rejection of the temptations shows that he will not put God to the test. Grounding himself on the word and authority of Scripture, Jesus rebukes the devil, confident in God’s protection and faithfulness. As we start our journey through Lent, our Sunday readings call us to adopt the same confidence that Jesus had in the face of temptation: God’s word alone will suffice; God’s promise of protection can be trusted; God alone is God.
This Sunday’s gospel presents to us that Jesus was tempted three times by the devil during 40 days in the desert. He was able to resist those temptations because God was with him. With the season of Lent, the Church offers us many opportunities to deal with our own temptations. They may be temptations to do what we know is not good, or to avoid doing something which we know would be grace-giving for ourselves or another. We can pray with the psalmist, “Lord, cleans me from my inadvertent sins.” What opportunities? A weekday Mass and Adoration, Station of the Cross; Confession; the Penance Service; parish retreat. Even the prayers at Mass- listening, reading intently for their meaning. All can turn our hearts and minds to Jesus Christ, helping us to avoid occasions of sin.
As we begin this season of reconciliation, let us pray that the Lord and the Holy Spirit will be stronger in helping us to resist temptations.
With the whole Church we pray:
Grant, almighty God, through the yearly observance of Holy Lent, that we may grow in understanding of the riches hidden in Christ and by worthy conduct pursue their effects. Through Christ, our Lord. Amen.
Reflexión Primer Domingo de Cuaresma
En cada uno de los tres evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas), después del bautismo de Jesús por Juan, se informa que Jesús fue al desierto a ayunar y orar durante 40 días. En cada caso, mientras estaba en el desierto, Jesús es tentado por el diablo.
Cada año, en el Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma, se aporta uno de estos relatos. Este año, Mateo y Lucas dan más detalles que Marcos, pero cada uno cuenta cómo el diablo tienta a Jesús en el desierto. En Mateo, el diablo presenta tres tentaciones a Jesús. El diablo tienta a Jesús para que use su poder para calmar su hambre; tienta a Jesús a poner a prueba la promesa de protección de Dios; y le ofrece a Jesús todos los reinos del mundo si Jesús adora al diablo. En cada caso, Jesús resiste la tentación, reprendiendo al diablo con palabras de la Escritura.
El relato de la tentación de Jesús en el desierto está lleno de alusiones y paralelos con el Antiguo Testamento. Por ejemplo, la Primera Lectura de hoy del Libro del Génesis relata la historia de la tentación de Eva y Adán en el jardín del Edén. Luego la saga del pueblo de Israel. Los israelitas estuvieron 40 años vagando por el desierto en Éxodo, por ejemplo, y Jesús pasa 40 días en el desierto. Así como los israelitas fueron tentados durante el Éxodo, también Jesús es tentado.
Cada tentación ofrece una visión tanto de Dios como de la condición humana. El rechazo de Jesús a las tentaciones muestra que no pondrá a Dios a prueba. Basándose en la palabra y la autoridad de las Escrituras, Jesús reprende al diablo, confiado en la protección y fidelidad de Dios.
Al comenzar nuestra jornada esta Cuaresma, nuestras lecturas dominicales nos llaman a adoptar la misma confianza que Jesús tuvo frente a la tentación: solo la palabra de Dios será suficiente; Se puede confiar en la promesa de protección de Dios; Sólo Dios es Dios.
El evangelio de este domingo nos presenta que Jesús fue tentado tres veces por el diablo durante 40 días en el desierto. Pudo resistir esas tentaciones porque Dios estaba con él. Con el tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos ofrece muchas oportunidades para enfrentar nuestras propias tentaciones. Pueden ser tentaciones de hacer lo que sabemos que no es bueno, o de evitar hacer algo que sabemos que sería una gracia para nosotros o para otros. Podemos orar con el salmista: “Señor, límpiame de mis pecados involuntarios”. ¿Qué oportunidades? Misa y Adoración entre semana, Estación de la Cruz; Confesión; el Servicio de Penitencia; retiro parroquial. Incluso las oraciones en la Misa, escuchando, leyendo atentamente por su significado. Todos pueden volver nuestros corazones y mentes a Jesucristo, ayudándonos a evitar ocasiones de pecado.
Al comenzar esta temporada de reconciliación, oremos para que el Señor y el Espíritu Santo sean más fuertes para ayudarnos a resistir las tentaciones.
Con toda la Iglesia oramos:
Concede, Dios todopoderoso, a través de la observancia anual de la Santa Cuaresma, que podamos crecer en la comprensión de las riquezas escondidas en Cristo y con una conducta digna perseguir sus efectos. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.