For the second Sunday of Lent, we move from Jesus’ retreat in the desert to his Transfiguration. Each year on the first Sunday of Lent, our Gospel tells the story of Jesus‘ temptation in the desert. On the second Sunday of Lent each year, we hear the story of Jesus’ Transfiguration.
The story of Jesus’ Transfiguration is told in the three Synoptic Gospels: Matthew, Mark, and Luke. In each of those Gospels, the Transfiguration follow Jesus’ first prediction of his death and his teaching about the costs of discipleship. Jesus’ Transfiguration is a promise of Jesus’ glory, his Resurrection.
On a mountain in today’s reading, a voice affirms that Jesus is God’s Son in words reminiscent of the voice at Jesus’ baptism. In addition, the appearance of Moses and Elijah on the mountain connects this story with God’s relationship to the people of Israel. Moses and Elijah represent the Law and the Prophets, respectively. Together with Jesus, they represent God’s complete Word.
The Transfiguration occurs in the presence of just three of Jesus’ disciples: Peter, James, and John. In Matthew’s Gospel, those disciples are among the first whom Jesus calls. The three men are identified as an “inner circle” among Jesus’ disciples when Jesus ask them to accompany him to the Garden of Gethsemane just before his arrest.
As baptized Christians, let’s call ourselves Jesus Christ’s “inner circle.” What does this Gospel call us to? Focusing on the voice from the cloud, the Father claiming his Son, we hear “listen to him. “Listen. What better instruction can there be, as we move along this Lenten journey, than to listen? Listen as Abram listened to the God he did not yet know. Listen as Timothy did to his teacher and model in the faith. Listen as Moses and Elijah listened and acted on the messages from God. We can only listen and hear if we create for ourselves the necessary silence. Each of us can name the noise in our lives that grace is nudging us to quiet, and to make the time and space to achieve this.
We can pray for one another that we might succeed in this effort, which for some may be very difficult. But so important if we are to develop a closer relationship with our Lord.
With the Church we pray today’s opening prayer:
O God, who have commanded us to listen to your beloved Son, be pleased, we pray, to nourish us inwardly by word, that, with spiritual sight made pure, we may rejoice to behold your glory. Through Christ, our Lord. Amen.
Reflexión Segundo Domingo de Cuaresma
Para el segundo domingo de Cuaresma, pasamos del retiro de Jesús en el desierto a su Transfiguración. Cada año, el primer domingo de Cuaresma, nuestro Evangelio cuenta la historia de la tentación de Jesús en el desierto. El segundo domingo de Cuaresma de cada año, escuchamos la historia de la Transfiguración de Jesús.
La historia de la Transfiguración de Jesús se cuenta en los tres evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. En cada uno de esos Evangelios, la Transfiguración sigue la primera predicción de Jesús sobre su muerte y su enseñanza sobre los costos del discipulado. La Transfiguración de Jesús es una promesa de la gloria de Jesús, de su Resurrección.
En una montaña en la lectura de hoy, una voz afirma que Jesús es el Hijo de Dios en palabras que recuerdan la voz en el bautismo de Jesús. Además, la aparición de Moisés y Elías en la montaña conecta esta historia con la relación de Dios con el pueblo de Israel. Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas, respectivamente. Junto con Jesús, representan la Palabra completa de Dios.
La Transfiguración ocurre en presencia de solo tres de los discípulos de Jesús: Pedro, Santiago y Juan. En el Evangelio de Mateo, esos discípulos están entre los primeros a quienes Jesús llama. Los tres hombres se identifican como un "círculo íntimo" entre los discípulos de Jesús cuando Jesús les pide que lo acompañen al Jardín de Getsemaní justo antes de su arresto.
Como cristianos bautizados, llamémonos el “círculo íntimo” de Jesucristo. ¿A qué nos llama este Evangelio? Enfocándonos en la voz desde la nube, el Padre reclamando a su Hijo, escuchamos “escúchalo”. Escucha. ¿Qué mejor instrucción puede haber, a medida que avanzamos en este viaje de Cuaresma, que escuchar? Escuche como Abram escuchó al Dios que aún no conocía. Escuche como lo hizo Timoteo a su maestro y modelo en la fe. Escuche como Moisés y Elías escucharon y actuaron sobre los mensajes de Dios. Solo podemos escuchar y oír si creamos para nosotros mismos el silencio necesario. Cada uno de nosotros puede nombrar el ruido en nuestras vidas que la gracia nos está empujando a calmar, y hacer el tiempo y el espacio para lograrlo.
Podemos orar unos por otros para que podamos tener éxito en este esfuerzo, que para algunos puede ser muy difícil. Pero tan importante si queremos desarrollar una relación más cercana con nuestro Señor.
Con la Iglesia rezamos la oración de apertura de hoy:
Oh Dios, que nos has mandado escuchar a tu amado Hijo, complácete, te rogamos, en nutrirnos interiormente con la palabra, para que, con la vista espiritual purificada, podamos regocijarnos al contemplar tu gloria. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.