Unlike recent Gospels is taken from the Gospel of Luke. Today’s Gospel shows us how the first community of disciples came to believe that Jesus had risen from the dead. In these stories we gain insight into how the community of the Church came to be formed. When we read today’s Gospel, we may be surprised to learn that these friends of Jesus could walk and converse with him at some length yet not recognize him. How could they not know who this is? we discover that the risen Jesus is not always easily recognized. Cleopas and the other disciple walk with a person whom they believe to be a stranger; only later do they discover that the stranger is Jesus. We learn that the first community met and recognized Jesus in the breaking of the bread, just as we meet Jesus in the Eucharist. We can imagine the feelings of the two disciples in today’s reading. They are leaving their community in Jerusalem. Their friend Jesus has been crucified. Their hope is gone. They are trying to make sense of what has occurred, so that they can put the experience behind them. Jesus himself approaches the two men, but they take him for a stranger. Jesus asks them what they are discussing. He invites them to share their experience and interpretation of the events surrounding his crucifixion and death. When the two disciples have done so, Jesus offers his own interpretation of his crucifixion and resurrection, citing Jewish Scripture. In that encounter we find the model for our Liturgy of the Word which we have each time we gather as a community for the Eucharist. We reflect upon our life experiences and interpret them in light of Scripture. We gather together to break open the Word of God. The disciples invite the stranger (Jesus) to stay with them. During the meal in which they share in the breaking of the bread, the disciples’ eyes are opened; they recognize the stranger as Jesus. In the Eucharist too we share in the breaking of the bread and discover Jesus in our midst. Just as the disciples returned to Jerusalem to recount their experience to the other disciples, we too are sent from our Eucharistic gathering. Our experience of Jesus in the Eucharist compels us to share the story with others. Today’s Gospel presents to us stories in which the disciples did not recognize Jesus Christ. It was only in the breaking of the bread that their eyes were opened and hearts were burning within them. The Eucharist meal that we can participate in every Sunday reminds us of the presence of the Lord that draws our hearts close to him. May this Eucharistic banquet fill our hearts and cause to burn within us the Love of Christ that we may recognize and become what we have received. May your people exult for ever, O God, in renewed youthfulness of spirit, so that, rejoicing now in the restored glory of our adoption, we may look forward in confident hope to the rejoicing of the day of resurrection. Through Christ our Lord. Amen.
Reflexión Tercer Domingo de Pascua
A diferencia de los evangelios recientes, está tomado del evangelio de Lucas. El evangelio de hoy nos muestra cómo la primera comunidad de discípulos llegó a creer que Jesús había resucitado de entre los muertos. En estas historias obtenemos una idea de cómo se formó la comunidad de la Iglesia. Cuando leemos el Evangelio de hoy, puede que nos sorprenda saber que estos amigos de Jesús podían caminar y conversar con él durante algún tiempo y no reconocerlo. ¿Cómo podrían no saber quién es? descubrimos que Jesús resucitado no siempre es fácilmente reconocido. Cleofás y el otro discípulo caminan con una persona que creen que es un extraño; solo más tarde descubren que el extraño es Jesús. Aprendemos que la primera comunidad encontró y reconoció a Jesús al partir el pan, así como nosotros encontramos a Jesús en la Eucaristía. Podemos imaginar los sentimientos de los dos discípulos en la lectura de hoy. Están dejando su comunidad en Jerusalén. Su amigo Jesús ha sido crucificado. Su esperanza se ha ido. Están tratando de dar sentido a lo que ha ocurrido, para poder dejar atrás la experiencia. Jesús mismo se acerca a los dos hombres, pero lo toman por un extraño. Jesús les pregunta de qué están hablando. Los invita a compartir su experiencia e interpretación de los acontecimientos que rodearon su crucifixión y muerte. Cuando los dos discípulos lo han hecho, Jesús ofrece su propia interpretación de su crucifixión y resurrección, citando las Escrituras judías. En ese encuentro encontramos el modelo de nuestra Liturgia de la Palabra que tenemos cada vez que nos reunimos como comunidad para la Eucaristía. Reflexionamos sobre nuestras experiencias de vida y las interpretamos a la luz de las Escrituras. Nos reunimos para abrir la Palabra de Dios. Los discípulos invitan al extranjero (Jesús) a quedarse con ellos. Durante la comida en la que participan en la fracción del pan, se abren los ojos de los discípulos; reconocen al extraño como Jesús. También en la Eucaristía participamos de la fracción del pan y descubrimos a Jesús en medio de nosotros. Así como los discípulos regresaron a Jerusalén para contar su experiencia a los otros discípulos, también nosotros somos enviados de nuestra reunión eucarística. Nuestra experiencia de Jesús en la Eucaristía nos impulsa a compartir la historia con los demás. El evangelio de hoy nos presenta historias en las que los discípulos no reconocieron a Jesucristo. Fue solo al partir el pan que sus ojos se abrieron y sus corazones ardían dentro de ellos. La comida eucarística de la que podemos participar todos los domingos nos recuerda la presencia del Señor que acerca nuestros corazones a él. Que este banquete eucarístico llene nuestros corazones y haga arder en nosotros el Amor de Cristo para que podamos reconocer y convertirnos en lo que hemos recibido. Que tu pueblo se regocije por siempre, oh Dios, en una renovada juventud de espíritu, para que, gozándonos ahora en la gloria restaurada de nuestra adopción, podamos esperar confiadamente el gozo del día de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor. Amén.